Crucero Norte

Empotrado en el muro occidental del crucero norte está el sepulcro del obispo Martín Rodríguez, que pasó de la sede zamorana a la de León tras largo forcejeo entre diversas tendencias existentes en el cabildo leonés. Tiene una finura singular, como obra que es del Maestro de la Virgen Blanca. En el frente de la tumba se representa un palacio del que salen los siervos cargados de alimentos que reparten entre mendigos, paralíticos, peregrinos y otros menesterosos; sobre el yacente, figura la ceremonia de las exequias con la presencia de un grupo de plañideras. Más arriba, muy deteriorado, el calvario. Todo bajo arco lobulado con profusa decoración vegetal y angélica.

Debajo de la pintura de san Cristóbal se conserva un sepulcro que albergó las cenizas de san Alvito, en cuyo epitafio consta que murió el 3 de septiembre de 1062, en Sevilla, a donde se había desplazado por indicación de Fernando I para traer a León reliquias de las santas Justa y Rufina. Al fin, con el cadáver del obispo, se trasladaron a esta ciudad los restos de san Isidoro, hoy venerados en la basílica leonesa.

Pasada la cancela que da acceso al Claustro, hay un valioso cuadro pintado en tabla con el martirio de san Erasmo, a quien los verdugos arrancan los intestinos. Pertenece al gótico internacional.

Debajo está el sepulcro de otro obispo, Manrique de Lara, que fue el iniciador de las obras de esta catedral al año 1188. El lienzo que cuelga sobre él, representa a la Sagrada Familia, y fue pintado por el pintor leonés José de Mongastón, el año 1664.