El Trascoro

Aunque rompe la unidad espacial del templo, el trascoro es una obra genial del renacimiento español. Se comenzó a construir el año 1577, bajo la dirección de Juan López, sobre planos que había trazado Juan de Badajoz el Mozo un tercio de siglo antes. El continuador de las obras fue Baltasar Gutiérrez, quien completó la estructura, en cuya decoración se quiere ver la mano borgoñesa de Juan de Juni. Se concibe todo como un monumental arco de triunfo con un cuerpo de dos tableros a cada lado, enmarcados por columnillas de tercia, teniendo como pedestal un gran zócalo. En los relieves se representan las escenas de: la Natividad de la Virgen, la Anunciación, el Nacimiento de Cristo y la Adoración de los Reyes. Las cuatro imágenes que campean sobre él, efigian a san Pedro y san Pablo, a san Marcelo y san Isidoro. En el ático, por la parte delantera, está la Asunción de María, y, mirando al altar, san Froilán.

Dichas imágenes, lo mismo que los tableros de alabastro, fueron contratados por el cabildo con Juan de Juni y Esteban Jordán el 16 de febrero de 1577, fecha en que estaban avecinados en Valladolid, aunque ya antes habían estado vinculados a León. La realización de la obra corrió por cuenta de Esteban Jordán solamente, según los documentos conservados en el archivo de la Catedral, por haber fallecido Juni. El crucifijo que remata el conjunto está siendo considerado como de Bautista Vázquez, tras haberle presentado en concurso con otro del artista anterior.

Otras pequeñas representaciones de sibilas, virtudes y medallones se distribuyen sobre el entablamento.

Si impresionante es la escultura del trascoro, no de menor calidad son los trabajos de decoración que cubren sus campos: abundan los temas mitológicos, atlantes, figuras afrontadas, grutescos, bucráneos, arquitecturas fantásticas, entrelazándose los temas bíblicos con otros alegóricos. Entre aquéllos destaca el árbol de Jesé, con buena labor de trépano, que asciende por las jambas del arco.

Los muros laterales de los dos primeros tramos del coro son de Baltasar Gutiérrez; el resto los construyó Narciso Tomé en 1744. La verja que lo cierra fue fabricada por Félix Granda, bajo diseño de Manuel de Cárdenas, el año 1915.