Sala del Rosetón

A ella se sube por la moderna escalera diseñada por el arquitecto Luis Ameijide, con maderas del siglo XVI, procedentes de la techumbre anterior a la restauración. Se llama así por el gran rosetón que la ilumina, creado por el vidriero leonés Luis García Zurdo.

Se dedica de manera casi monográfica a la pintura y escultura góticas o de transición.

De excepcional interés son los restos del antiguo trono episcopal para el que J. Crisóstomo Torbado pudo recuperar dieciocho tablas pintadas por Nicolás Francés, pertenecientes al desaparecido retablo del siglo XV que ocupó el presbiterio de la Catedral hasta principios del siglo XX. También es destacable El Descendimiento o Llanto ante Cristo muerto que estuvo hasta 1998 instalado en el presbiterio de la Capilla Mayor.

Más adelante otras dos pinturas, probablemente, del maestro de Palanquinos, representando a san Cosme y san Damián, además de la de santa Elena, que antes ocuparon arquillos ciegos en distintas capillas absidiales.

Una puerta de sagrario, también del siglo XV, procedente de Escobar de Campos; san Pedro y san Miguel, de Toldanos, y otras muchas que hacen de esta sala una estancia única, dentro del patrimonio castellano-leonés.

Interesante es también el apostolado de Villarente, del que dice Gómez Moreno que "hay cabezas nobles y hermosas y todo está bien dispuesto". De carácter más popular son las del martirio de san Vicente, también del siglo XV, de Villadiego de Cea. Notable es, por su delicadeza, el tríptico de Secarejo, del siglo XV, en el que la Virgen toma el pulso de Cristo muerto antes de enterrarle, para comprobar si aún le queda algo de vida. Responde a esquema compositivo plenamente flamenco, lo mismo que las 8 tablas del antiguo retablo de san Lorenzo, pintados por Bartolomé Fernández el año 1537.

En las vitrinas hay tan sólo algunas de las cruces depositadas en el Museo, de bronce, cristal y plata. La más antigua es la de Villafeliz de Babia, de brazos cilíndricos, prolongados en bolas con decoración flamígero; es de mediados del siglo XV. De 1579 es la de cristal de roca, perteneciente a la Catedral, hecha por el platero Suero de Argüello. Andrés Rodríguez fabricó la de Malillos de los Oteros, cuyo castillete es del siglo XVI, formado por dos cuerpos superpuestos con apostolado. Otras dos llevan el punzón de Antonio de Vega, del primer tercio del siglo XVIII.

Salvo pocas variantes, en todas se utiliza la iconografía común para sus medallones y campos: además del Crucificado, efigian la tetramorfos, san Juan y la Virgen, Magdalena, el pelícano y Adán saliendo del sepulcro, haciendo referencia a la nueva vida que trae la redención; además, algunas llevan al titular de la parroquia de donde proceden y a los santos padres.

Estas vitrinas se completan con otras piezas de marfil, taraceas y otras figuras de los siglos XVII y XVIII.